Tamara Gorro y Ezequiel Garay se separaron a inicios de año tras más de una década juntos. Pocos meses después, avisaron acerca de su reconciliación. "Mejor juntos", celebraron. Sin embargo, no todo es color de rosa en la vida de la pareja. La colaboradora de Sonsoles Ónega ya ha hablado alto y claro acerca de su salud mental y no ha dudado en informar de manera pública sobre su depresión. En las últimas horas, soltó una preocupante declaración que sin duda alerta a su compañero de vida.
Durante su reciente paso por la alfombra roja de "Los 40 Music Awards", Tamara Gorro ha dejado en evidencia el retroceso de su cuadro médico. Entrevistada por "Gtres", aseveró: "Ahora otra vez estoy en un momento bajo". Ella no teme exponer sus dolencias. No hay mejor cura que la expresión y la 'influencer' es consciente de que su mensaje puede ayudar a otros que padecen lo mismo que ella.
"Estoy en una época otra vez baja. Ya sabes como es. Subo, bajo. Subo, bajo", continuó, aclarando que al momento de la entrevista se sentía bien. Sin embargo, es consciente de que su semblante puede cambiar en cuestión de minutos: "Dentro de tres horas no sé cómo puedo estar". En ese sentido, insistió: "La montaña ha bajado". Palabras que han de generar gran preocupación a su marido, quien la acompaña y apaña en todo lo que puede.
"Sinceramente, tengo unas ganas de curarme ya".
Claro, Ezequiel Garay no es capaz de ayudar a solas a su compañera. Es por esto que Tamara Gorro inició un tratamiento con especialistas. Más allá de eso, el futbolista y sus dos hijos en común, Antonio y Shaila, son los pilares que la sostienen y la ayudan a levantar cabeza en esos días que no deja de llorar ni quiere salir del dormitorio. "La familia siempre está ahí y es lo que te llena de vida y lo que te hace tirar", señaló.
Una recomendación
Tamara Gorro, de cara a aquellos que padecen su misma dolencia, aconsejó: "Que no les de vergüenza decirlo. Todos tenemos problemas. No hay que avergonzarse". Para cerrar, admitió que tiene "ganas de salir" y "ganas de vivir" y que no ve la hora de curarse. "Pero hay que aprender a vivir con ello", reflexionó.