Jorge Javier Vázquez no duró ni un mes con "Cuentos chinos". La semana última, Telecinco tomó la drástica decisión de cancelar el formato que competía con "El Hormiguero" de Antena 3 y, desde su clásica columna en la revista "Lecturas", el exrostro de "Sálvame" decidió expresar las sensaciones que lo embargan por estas horas.
Tal y como reporta el portal "VerTele", Jorge Javier Vázquez se refirió con una sinceridad apabullante al fracaso de "Cuentos chinos", reconociendo que fue un "jarro de agua fría" la poca llegada que tuvo con la audiencia. El presentador jamás imaginó que un formato suyo podría llegar a ser cancelado.
Le alivia pensar, no obstante, que en la TV muchos ciclos suelen pasar a mejor vida a los pocos capítulos de emisión. Más allá de eso, el de Badalona reconoció pensar que tenía un nuevo éxito entre manos. Ceía que con "Cuentos chinos" podría hacerse un hueco en uno de los franjeados más competitivos de la pequeña pantalla. Estaba convencido de que lograría anotarse un nuevo hito profesional, pero nada más lejos de eso.
De hecho, Jorge Javier Vázquez confesó que estaba listo para hacerle sombra a Pablo Motos y compañía, no tenía miedo al pleito mediático y se sabía un digno contrincante de la arena televisiva. Estaba seguro de que lograría conectar nuevamente con la audiencia sin problema alguno. Su objetivo era hacer de "Cuentos chinos" una alternativa digna. Y el formato no estaba mal, hay que decirlo. Desafortunadamente, el público no le dio el visto bueno.
En otro tramo de su blog, el animador también dejó patente que la presión le jugó una mala pasada en esta ocasión. Quien supo liderar éxitos tan emblemáticos como "Sálvame" y "Supervivientes", sentía el peso de volver a marcar un hit: "La responsabilidad puede llegar a consentirse en tu peor enemigo", reflexionó inteligentemente.
"A veces es complicado pensar que no puedes estar a la altura de lo que los demás esperan de ti".
Nuevos caminos y desafíos
Por el momento, Jorge Javier Vázquez no posee nuevos proyectos en carpeta. Se alista para aprovechar de su tiempo libre, alejado de las convulsionadas agendas de las que no se ha desligado en casi 20 años. Se reconoce un afortunado gracias a su carrera y sostiene que no es momento de llorar o patalear. Conoce los gajes de su oficio y un fracaso lo puede tener cualquiera. "Ahora toca aprender a enfrentarse a una agenda vacía libre de obligaciones y compromisos. No sé cómo se hace, pero me motiva aprender", concluyó con un sabor agridulce en la boca.