En condiciones normales, la inflamación aguda es necesaria, ya que ayuda al cuerpo a eliminar amenazas, completar la reparación y activar procesos antiinflamatorios para minimizar el daño. Sin embargo, cuando la inflamación se mantiene de manera constante y crónica debido a diversas razones, se convierte en un problema grave. Por esto la dieta es la salvación.
La dieta desempeña un papel crucial en el manejo de la inflamación, ya sea para combatir la inflamación aguda o prevenir la inflamación crónica. Los alimentos que consumimos pueden tener un efecto positivo o negativo en el control de la inflamación. Por lo tanto, tenemos en nuestras manos el poder de gestionar la inflamación a través de nuestras elecciones alimentarias.
Además, la dieta antiinflamatoria se basa en priorizar alimentos que ayudan a combatir la inflamación y evitar aquellos que la promueven o mantienen. Esta alimentación se fundamenta en los principios de comer algo natural, equilibrado en macronutrientes incluyendo proteínas, carbohidratos complejos, verduras y grasas de calidad. También es crucial satisfacer las necesidades de vitaminas, minerales, fibra y agua.
La elección de alimentos específicos puede marcar la diferencia en la gestión de la inflamación con estos ejemplos: frutas, verduras, pescado, avena, setas, aceite de oliva y coco, chocolate, algas y especias.
Las opciones son variadas y los resultados también.
El jengibre, la cúrcuma, la canela, el ajo y el té son interesantes en la lucha contra la inflamación para adjuntar en la dieta.
Otros alimentos
Destacan las crucíferas, bayas, tomates, pimientos, y los beneficios de una alimentación vegetariana.