En el vasto universo de la numismática, dos monedas excepcionales destacan por su historia, rareza y valor incalculable. Una pertenece al reinado de Felipe III, mientras que la otra es una joya más reciente pero igualmente codiciada.
En la era del reinado de Felipe III, el Centén se erigió como la moneda de oro más grande jamás acuñada. Con un valor de 100 escudos de oro, estas imponentes monedas pesaban 359 gramos de oro puro. La pieza más célebre, el Centén segoviano de 1609, es considerado el tesoro máximo de la numismática española.
Aunque solo se acuñaron siete ejemplares en los talleres del Real Ingenio de Segovia durante el reinado de Felipe III, hoy se desconoce el paradero de al menos 12 de estas piezas tan buscadas por los coleccionistas. En subastas recientes, como la realizada en Barcelona en 2009, una de estas monedas alcanzó la cifra de 800 mil euros. Sin embargo, se estima que su valor actual podría rondar los 2 millones de euros.
De una época más reciente pero no menos valiosa, la moneda de 100 pesetas de 1870 emerge como otra joya codiciada en el mundo del coleccionismo. Fabricada en oro con una pureza de 900 miligramos, esta pieza de alta calidad mide aproximadamente 35,00 milímetros y pesa 32,25 gramos.
Por estos ejemplares pueden llegar a pagar hasta 2 millones de euros.
Diseño único
Su diseño presenta una alegoría de España en pie, con la figura de Hispania, y el año de acuñación en un lado, mientras que en el reverso lleva el escudo de armas junto con la inscripción "España" y el año 1870. Solo se fabricaron 12 monedas de estas de esta moneda, lo que la convierte en una rareza codiciada en el mercado numismático y eleva su valor hasta los 150.000 euros.