En el año 2002, Alemania dio vida a una serie de monedas que, a pesar de su modesto valor facial de 1, 2 y 5 céntimos, ocultaban un tesoro numismático en su reverso: la imponente figura de un roble.
Este diseño, que ya no adorna las monedas de céntimos alemanes contemporáneas, añadió un toque de singularidad a estas piezas que, además, se distinguen por su inusual color, ya que están forjadas con el acero reservado para las monedas de 10 céntimos, lo que le añade un valor diferencial en el mundo del coleccionismo.
El genio creativo detrás de esta colección es Rolf Lederbogen, cuyas manos artísticas dieron vida a estas piezas que, según la página oficial del Banco Central Europeo, rinden homenaje a la tradición de las antiguas piezas alemanas de pfennig.
Pagan hasta 50.000 euros por esta moneda en particular.
Lo que comenzó como una innovación en el diseño de monedas se ha transformado en una joya codiciada por coleccionistas de todo el mundo. Las peculiaridades de estas monedas de 1 céntimo las han elevado al estatus de objetos de culto en el ámbito numismático.
Alto valor
El roble, símbolo de fortaleza y longevidad, se ha convertido en más que un motivo artístico; es un emblema de la historia y la innovación numismática. Las monedas de acero, fusionando el pasado y el presente, han capturado la imaginación de coleccionistas ávidos, quienes reconocen en estas piezas modestas no solo su valor facial, sino también la historia que llevan consigo. Es por eso que algunas personas que coleccionan monedas han llegado a pagar hasta 50.000 euros por estas piezas.