Desde mediados del siglo XIX, España ha dejado una huella indeleble en el mundo filatélico, y entre sus joyas más preciadas se encuentran los sellos postales emitidos en esa época. En particular, el primer sello, la emisión de Barcelona de 1850, se erige como uno de los tesoros más valiosos de la filatelia española, cautivando a coleccionistas de todo el mundo.
Este sello, pionero entre los sellos postales, presenta un diseño distintivo: un fondo negro con la efigie de la reina Isabel II en el centro, rodeada por los valores "1" y "REAL". Impreso en papel amarillo o blanco y dotado de una marca de agua, solo se produjeron 200.000 ejemplares. Hoy en día, la emisión de Barcelona de 1850 se valora en miles de euros, convirtiéndola en una pieza codiciada por coleccionistas y amantes de la filatelia.
Pero no es el único. Sucede que, tras el éxito de la emisión de Barcelona, España continuó emitiendo una serie de sellos, y en 1851 presentó un nuevo tesoro filatélico. El sello de la Reina Isabel II de 1851 se alza como uno de los sellos postales más valiosos de la historia española.
No hay dudas que estos son de los sellos más valorados de la filatelia nacional.
Con el retrato de la reina Isabel en el centro y un tiempo de circulación efímero, este sello es una verdadera rareza. Con apenas unos pocos ejemplares existentes, se ha convertido en objeto de deseo para coleccionistas que buscan añadir a sus colecciones auténticas piezas de la historia postal española.
Fragmentos de la historia
La escasez y la demanda ferviente han catapultado el valor de estos sellos postales a niveles incalculables. Para los coleccionistas, poseer el sello de la Reina Isabel II de 1851 representa la oportunidad de tener en sus manos un fragmento tangible de la historia postal española y, al mismo tiempo, un tesoro de gran valor económico.