Tamara Falcó e Íñigo Onieva se dijeron "sí, quiero" el pasado 8 de julio y, desde entonces, se han lanzado a aprovechar de su flamante matrimonio. Sin embargo, no todo es color de rosa entre los recién casados. Así lo desveló la marquesa de Griñón con la simpatía que la caracteriza.
Muy honesta, Tamara Falcó dejó saber que con su esposo han discutido, y mucho, por dónde pasarán las fiestas de Navidad y Año Nuevo. Al respecto, precisó: "Discutimos bastante. Yo digo que las pasemos con mi familia e Íñigo dice que no, que un año con la mía y otro con la suya".
La colaboradora de TV es consciente de que le costará sobremanera pasar el 24 y 31 de 2024 con la familia de Onieva. Este año estarán junto a su clan, pero el próximo tocará en casa de su marido. "Su familia es ahora también mi familia, pero me parece ilógico no tener a mi madre y mis hermanas en Nochebuena", detalló tal y como reseña "Informalia".
Poco antes, ante la revista "Semana", la carismática Tamara Falcó reconoció que "el matrimonio me ha enseñado a tener mucha paciencia". Al respecto, ahondó: "A veces los dos somos cabezotas pero lo estamos resolviendo. Antes nos picábamos tres días". Ambos han comenzado a aprender a dejar a un lado las diferencias y a abrazar con serenidad la personalidad del otro.
Madurez de pareja
Sobre este último punto, Tamara Falcó explicó que ahora suelen compartirse las quejas que tiene el uno del otro, en lugar de guardárselas para sus adentros. La meta de ambos es dejar a un lado sus orgullos y arreglar lo que tengan que arreglar con sinceridad y afecto.