El pasado mes de abril tuvo lugar una subasta inédita de una pintura de Joan Miró. Según informó un comunicado de prensa de la firma Artcento, el cuadro “extremadamente raro” era de 1926 y se adjudicó en una subasta de París por 407.000 euros. La pieza presenta un fondo azul y una figura onírica en amarillo, rojo y un color sombrío. Deja al descubierto el claro período surrealista del artista, dos años después del lanzamiento del poeta André Breton, “Manifiesto surrealista”.
En dicho comunicado se recogieron las declaraciones de la experta Irénée Brun: “Ya no hay en el mercado ninguna pintura de Miró de 1926”. La tela no tenía título y formaba parte de la familia Belime, una pareja de coleccionistas que tuvo durante décadas una colección privada que Lucia y Jean atesoraban con amor en su hogar familiar. Después de la pérdida de Bernadette Belime, esposa del último descendiente, la colección se puso en venta.
La pintura ni siquiera estaba registrada esta pintura en el catálogo web de la Successió Miró, una asociación creada por los herederos de Joan Miró para administrar los derechos de sus obras.
La casa de remates Drouot fue la encargada de hacer la subasta.
La casa de remates Drouot fue la encargada de hacer la subasta, donde también se vendieron dos telas inéditas del artista francés Fernand Léger.
La pintura, un legado que los coleccionistas atesoran
Los coleccionistas de arte están dispuestos a pagar cantidades altas de dinero por piezas como esta. La pintura puede ser una forma de expresión suprema en la que los sujetos se sientan identificados y hallen la paz. En este caso, se trataba de una pieza que fue pasando de generación en generación. El arte es un legado que cada vez está mejor pagado y puede que si tienes en casa un modelo antiguo y valioso tus problemas económicos se disipen.