En el mundo del coleccionismo de monedas, existen dos piezas que generan una gran expectación entre los aficionados: la moneda de una peseta de 1869 y el duro de 1904. Estas dos joyas numismáticas españolas son consideradas las más caras y valiosas, alcanzando cifras extraordinarias en el mercado.
Según fuentes de medios especializados como “Monedas y Billetes' y "Numismática Digital", la moneda de una peseta de 1869 es reconocida como una de las más raras del país. Se acuñaron solo 11 monedas de este tesoro debido a un error en su diseño. En la actualidad, se estima que su valor supera los 500.000 euros, lo que la convierte en la obsesión de los coleccionistas más adinerados.
Por otro lado, el duro de 1904 es una moneda que siempre ha despertado un gran interés en el mundo numismático. Su rareza radica en su escasa circulación y en su estado de conservación excepcional. Se han documentado solo 10 unidades de estas monedas, y su cotización alcanza fácilmente cifras millonarias.
Según expertos citados por "La Gaceta Numismática", actualmente el precio de estas monedas sede a 800.000 euros, siendo codiciada tanto por coleccionistas españoles como internacionales.
El precio de esta moneda sede a 800.000 euros.
Lo que la hace una pieza fundamental
El auge del coleccionismo de monedas ha impulsado el valor de estas piezas, convirtiéndolas en un bien de inversión muy atractivo. La escasez, la antigüedad y el estado de conservación impecable son factores clave para su cotización. Asimismo, la satisfacción de poseer un pedazo de la historia monetaria española, enriquece el valor emocional que rodea a estas monedas.