En el fascinante mundo de la numismática, existen monedas que esconden un valor mucho mayor que su denominación impresa. Errores en la acuñación, ejemplares raros y otros detalles pueden convertir una moneda en una auténtica fortuna para aquellos afortunados poseedores.
En el caso de los dólares estadounidenses, ninguna otra moneda encarna mejor esta diferencia entre tamaño y valor de reventa que el centavo de bronce de 1943, conocido como el "penny" de Lincoln.
Este centavo de bronce, considerado uno de los más valiosos, surgió como resultado de un error en su producción. Cuando Estados Unidos cambió la aleación de bronce a acero cincado en 1943 para ahorrar cobre y estaño necesarios para el armamento, solo se acuñó un número reducido de centavos de bronce. Se estima que menos de 20 ejemplares se produjeron en las casas de la moneda de Filadelfia y San Francisco.
Hoy en día, solo se conoce la ubicación exacta de una de estas monedas, mientras que las demás permanecen perdidas, posiblemente en manos de alguien que desconoce la fortuna que posee. Durante aquel año, el museo de las monedas acuñó más de mil millones de centavos de acero recubiertos de zinc, conocidos como "steelies". Aunque estos centavos son altamente valorados por los coleccionistas, es la rareza de la moneda acuñada con la composición metálica original la que ha cautivado la imaginación de los coleccionistas durante décadas.
La extrañeza sube el valor.
Se presume que se produjeron muy pocas monedas en la aleación de cobre original debido a que algunas planchas de cobre del año anterior se dejaron en las máquinas de acuñación cuando se fabricaban los centavos de acero. El origen exacto de estos errores sigue siendo un enigma.
El gran valor
Estas monedas de cobre de 1943 se han convertido en objeto de deseo tanto para los coleccionistas como para el público en general. Desde la década de 1940, se han llevado a cabo intensas búsquedas de rollos de centavos en la esperanza de encontrar una de estas raras monedas que podrían valer una fortuna.