A medida que cruzamos la línea de los 40, nuestro cuerpo emprende una serie de transformaciones. Pero lejos de abandonar los ejercicios, esta etapa requiere una adaptación inteligente para contrarrestar los cambios y evitar lesiones.
Mantenerse activo después de los 40 es fundamental. En la menopausia, los ejercicios de fuerza siguen siendo recomendados para aliviar síntomas y mantener el bienestar. Sin embargo, es esencial entrenar de manera consciente, ajustando el enfoque según la forma física y la edad.
El ingreso en esta década trae consigo modificaciones en el cuerpo. Pero abandonar el ejercicio es un error. Aquí se presentan los cambios clave y por qué la adaptación es crucial. A partir de los 30, la masa muscular disminuye entre el 3 por ciento y 8 por ciento por década. Este proceso, llamado sarcopenia, lleva a una sustitución por tejido adiposo y conectivo, a menudo resultando en aumento de peso.
La pérdida de masa muscular afecta la funcionalidad y calidad de vida, incrementando el riesgo de patologías crónicas como diabetes e hipertensión. Por eso, los ejercicios ayudarán, pero realizados de la mejor manera posible según la edad.
Luego de una edad, es necesario un cambio.
Dos sesiones semanales de entrenamiento de fuerza de 30 a 60 minutos son suficientes. La constancia es clave para prevenir la pérdida de fuerza muscular. Además, incluye los principales grupos musculares en tu entrenamiento, evitando centrarte en uno solo. Comienza con diez ejercicios por sesión y ajusta según avances.
El resumen
La adaptación del ejercicio después de los 40 es una inversión en salud y bienestar a largo plazo. Mantener una rutina inteligente y adaptada asegura un cuerpo fuerte y funcional, resistiendo los embates del tiempo.