Con la llegada de la temporada estival, el incremento en las horas diurnas y el merecido asueto, es innegable que nuestras rutinas y hábitos de alimentación saludable también padecen una mutación. Este fenómeno se acentúa en el contexto de las olas de calor, que pueden desembocar en una disminución de nuestro apetito, y simultáneamente ejercer una presión adicional sobre nuestro organismo.
Sin embargo, estas transformaciones, prácticamente inevitables, también conllevan una oportunidad inherente para redefinir nuestra alimentación hacia lo óptimo. Una propuesta de menú algo ligero y que ayuda a una alimentación saludable puede tener que ver con la sugerencia primordial recae en abrazar una dieta equilibrada y diversa, cuyo paradigma puede hallarse en la tradición mediterránea.
Específicamente, conviene atender a la carne vacuna y ovina, cuyas proteínas, a pesar de su completitud, implican un desafío digestivo para nuestro sistema. Este proceso metabolizador demanda un gasto energético considerable, liberado en forma de calor. Estudios sugieren que, tras la ingestión de platos ricos en grasas y proteínas complejas, la temperatura interna del cuerpo podría aumentar en hasta dos grados una hora después.
En este sentido, la elección acertada es optar por alimentos con un perfil nutricional que facilite la labor de nuestro cuerpo. La alimentación saludable o dieta es lo más buscado. Una alternativa fructífera es la elaboración de platillos susceptibles de ser consumidos crudos o tras una breve preparación.
Los vegetales y las frutas se erigen como los protagonistas de este menú estival. Estos pueden acompañarse de cereales integrales (como arroz y pasta), legumbres como fuente preferencial de proteínas, huevos, pescado y aves, en detrimento de la carne convencional, claves para una alimentación saludable.
Existen muchas variedades de alimentos.
El dilema
Si bien esta incógnita prevalece, no se antoja como la más relevante. A primera vista, consumir alimentos gélidos parece la panacea frente al calor: pocos placeres equiparan a las primeras cucharadas de un helado. No obstante, la ciencia alerta que los alimentos a bajas temperaturas pueden obstaculizar nuestra búsqueda de una temperatura interna agradable.