Frecuentemente, desde que somos niños, hemos asociado la comida como una fuente de beneficio más allá de lo físico. Por lo tanto, es común que en ciertas situaciones comamos no solo por la necesidad de alimentarnos, sino para canalizar nuestras emociones negativas como ansiedad. En esta nota te explicaremos cómo superar el hambre emocional con un hábito de vida sana en alimentos.
La revista “Pronto” señala que antes de comenzar a comer, es importante hacer la siguiente pregunta y reflexionar si ha pasado suficiente tiempo desde tu última comida. Recuerda que la sensación de apetito real se desarrolla lentamente, ya que el estómago vacío envía una señal al cerebro, indicando la necesidad de ciertos alimentos. Por otro lado, el hambre emocional se manifiesta como un impulso repentino hacia ciertos alimentos, como dulces o comidas intensas en sabor, provocado por una emoción o estímulo externo.
Recuerda que la sensación de apetito real se desarrolla lentamente, ya que el estómago vacío envía una señal al cerebro.
Para superar el hambre emocional y tener una vida sana, el medio citado señala que se debe hacer un diario, es decir durante una semana, anota en una libreta las situaciones y momentos que desencadenan tus visitas a la nevera de alimentos y qué tipo de comida eliges en esos momentos. También registra la emoción que experimentas antes de ese impulso. Al finalizar la semana, revisa tu diario. Esto te ayudará a tomar conciencia de tu vínculo con la comida y a comer de manera más consciente.
Tomar agua o infusiones antes de picar te ayudará a controlar la compulsión de comer y te dará tiempo para determinar si tienes hambre fisiológica. Otra estrategia efectiva es optar por alimentos que te hagan masticar, como una manzana, zanahoria cruda o frutos secos.
Otro consejo
Es importante que tus comidas no promuevan los alimentos dulces y reemplazando los carbohidratos de absorción rápida, como pan, arroz y pasta, por sus versiones integrales. Además de los cereales integrales, las legumbres también se absorben lentamente. Si no se hace esto, la posterior caída de insulina afecta el estado de ánimo y favorece el impulso de comer sin control.