Si estás leyendo esto, es probable que tengas hijos pequeños o que seas tío, abuelo u otro pariente. Seguramente habrás notado que a los niños les encanta pintar. Esto no debería sorprendernos, ya que colorear, dibujar, esculpir con plastilina y participar en otras disciplinas artísticas expanden los horizontes de su imaginación, permitiéndoles liberar su creatividad y sensibilidad de manera plena.
La diversión al pintar está garantizada; representa un momento idóneo para establecer conexiones lúdicas con los niños. No obstante, sus beneficios no se circunscriben meramente al entretenimiento. La acción de plasmar sus ideas en un soporte, ya sea papel, lienzo o incluso, aunque deplorablemente, en una pared, contribuye al desarrollo cognitivo de los más pequeños. Este proceso amplía sus capacidades y habilidades que serán de utilidad en su desarrollo escolar.
La psicología infantil ha abordado ampliamente el acto de pintar. En este contexto, el periódico "El Mundo" ha destacado que uno de los beneficios inherentes es el fortalecimiento de la capacidad de concentración en los niños. Este fenómeno se debe a que la actividad de colorear fomenta la inmersión total en un proyecto concreto, que, aunque sea fácilmente alcanzable, está cargado de posibilidades y matices.
No solamente eso, sino que la acción de pintar también contribuye a elevar la autoestima de los niños. Al completar una de sus creaciones artísticas, experimentan un sentido de logro y cumplimiento que enriquece sus sentimientos de autovaloración, suficiencia y satisfacción personal. Además, es importante destacar que esta actividad plástica proporciona una forma sencilla de relajación, permitiendo que los bajitos se desconecten temporalmente de la rutina cotidiana.
No debe pasarse por alto el hecho de que, en el contexto infantil, la actividad de pintar puede conllevar notables beneficios en lo que respecta al desarrollo de la motricidad fina. En otras palabras, las habilidades motoras de los niños se ven favorecidas, dado que, al aplicar color, procuran ajustarse a los contornos de la imagen que están trabajando. Este esfuerzo potencia el desarrollo de la coordinación de los movimientos musculares pequeños, incrementando, de este modo, su destreza y atención al detalle.
El arte de pintar con niños
Indiscutiblemente, el acto de pintar conlleva una amplia gama de beneficios. Como ya se ha dicho, estimula tanto la concentración como la creatividad, eleva la autoestima de los niños y contribuye a su relajación. Además, potencia sus habilidades motoras. Según la publicación previamente mencionada, también se destaca su capacidad para equilibrar el pensamiento y fomentar la liberación de endorfinas, lo que puede considerarse un proceso de aprendizaje en el que la diversión desempeña un papel fundamental. Asimismo, esta actividad fortalece los vínculos familiares, proporcionando imborrables momentos de calidad entre grandes y chicos.