La espinaca es uno de los vegetales que está muy bien valorado a la hora de hablar de alimentación. Pero, tiene un reloj biológico mucho más ajustado que el de otros alimentos. Por ende, es importante conocer cómo conservarla.
Uno de los errores más comunes está en elegir mal el ejemplar de espinaca. Las hojas deben tener un color verde intenso, no tener marcas o magulladuras y ofrecer cierta resistencia al tacto para pensar en ser bien conservadas.
De acuerdo a lo que indican los expertos del “Postharvest Biology and Technology”, la espinaca tiene un alto contenido de agua, por eso se suele deteriorar de manera veloz. La humedad favorece el proceso de degradación y la pérdida de textura, por lo cual, mantener las hojas secas es muy importante.
Mantener las hojas secas es muy importante.
Una vez compradas, las que no usemos en lo inmediato tienen que ser guardadas en recipientes herméticos para limitar la exposición al aire. En añadidura, podemos agregar una capa de papel de cocina entre las hojas para que absorban la humedad.
Otra alternativa
Para quienes quieren comprar en cantidades, la congelación de la espinaca es un método válido. Si bien la textura cambia después de descongelar, los nutrientes se mantienen en gran medida y permite la conservación de sus propiedades antioxidantes y las de sus vitaminas.
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