En el mundo del coleccionismo numismático español, las monedas de pesetas se erigen como testigos silenciosos de la historia, cada una con su propio relato y valor. Entre estas veneradas piezas, la moneda de 100 pesetas brilla con luz propia, alcanzando cifras astronómicas en el mercado de subastas.
Sin embargo, la rareza y el legado histórico convierten a estas monedas en algo más que simples divisas: se trata de un símbolo de prestigio y distinción entre los coleccionistas. Es el caso de la moneda de 100 pesetas.
Esta moneda excepcional, acuñada en 1871 para conmemorar a Amadeo I de Saboya, es considerada el Santo Grial del coleccionismo numismático español. Con tan solo 12 ejemplares en circulación, su extraordinaria rareza la ha convertido en una pieza codiciada por coleccionistas de todo el mundo.
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Otorgadas exclusivamente a figuras destacadas de la época, estas monedas son un tesoro invaluable que trasciende su valor monetario gracias al coleccionismo. Pero no es la única destacada. Otro tesoro numismático español es el legendario "duro" de 5 pesetas, acuñado en 1869.
Los coleccionistas pueden llegar a pagar una fortuna por una de estas monedas.
Valorada
Con un valor que puede ascender hasta los 45.000 euros, estas monedas han cautivado la imaginación de coleccionistas por su belleza, rareza y significado histórico. Acuñada en diversas variantes y épocas, como las de plata de 1871, 1881 y 1882, cada una cuenta una historia única. Sin embargo, es la moneda de 1869 la más buscada y valorada, gracias a su antigüedad y rareza sin igual.
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