En el vasto universo de la numismática, algunas monedas de pesetas españolas han logrado trascender su valor nominal y convertirse en auténticas joyas de colección, codiciadas por expertos y entusiastas alrededor del mundo.
Estas monedas no solo representan un medio de cambio de épocas pasadas, sino también capítulos importantes de la historia de España, encapsulados en metal. Entre ellas, tres pesetas destacan por su rareza, su historia y el alto valor que han alcanzado en el mercado del coleccionismo.
La peseta de 1869 es una de las piezas más emblemáticas de la historia numismática española. Este año fue significativo no solo por las convulsiones políticas del momento, sino también porque marcó la emisión de dos variantes de esta moneda. La primera fue emitida bajo el Gobierno Provisional que gobernó España tras la Revolución de 1868, mientras que la segunda, más escasa, lleva grabada la palabra "ESPAÑA", una adición que refleja la promulgación de una nueva constitución.
Esta última versión, con solo 367.000 ejemplares acuñados, es particularmente valorada por los coleccionistas debido a su conexión con un momento constituyente clave en la historia del país. En subastas, esta peseta ha llegado a alcanzar un valor asombroso de hasta 7.500 euros, un testimonio de su rareza y de su importancia histórica.
Estas son dos de las monedas más destacadas del mercado numismático.
Hay otro ejemplar destacado
Otra de las monedas valiosas que ha capturado la atención del mundo numismático es la peseta de 1946, conocida como la "Benlliure". Esta moneda es excepcional en muchos sentidos. Lo que realmente la distingue es su producción limitadísima: solo 150 ejemplares fueron acuñados. Además, su composición única de cobre y estaño, unida a su escasez, ha catapultado su valor en el mercado, alcanzando los 7.400 euros.
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