El Museo Barberini de Potsdam, que se encuentra al suroeste de Berlín, ha pasado por un mal momento durante la jornada del pasado domingo 23 de octubre. El establecimiento se encontraba presentando algunas obras de Claude Monet cuando dos activistas ambientales del grupo alemán Última Generación decidieron arrojar algo sobre una de las pinturas más icónicas.
El museo alemán se encontraba presentando la serie "Les Meules" de Monet, que se traduce a "Los Almiares". Es una creación del artista que fue creada entre 1889 y 1891, y a la cual le han tirado puré de patatas para luego apoyarse sobre la pared en donde estaban presentando el cuadro.
Según trascendió "El País", los activistas realizaron este acto para llamar la atención a la clase política para que tome medidas con respecto a la crisis climática que está afectando al mundo. Como era de esperarse, los integrantes de Última Generación fueron aprendidos por las autoridades por "perjuicios a la propiedad". Por suerte, la obra de Monet estaba protegida por un vidrio y no fue arruinada.
"Tras colocar la sustancia, los dos activistas se han pegado con pegamento a la pared, junto al cuadro. El museo espera volver a enseñar la pieza el próximo miércoles", ha añadido la portavoz. "En el hecho participaron otras dos personas", informó "El País".
La directora del museo expresó su descontento con los hechos. "Aunque entiendo la preocupación urgente de los activistas frente a la catástrofe climática, estoy conmocionada por los medios con los que están tratando de dar peso a sus demandas. En las obras de los impresionistas vemos el intenso compromiso artístico con la naturaleza. Las numerosas pinturas de paisajes de la Colección Hasso Plattner pueden inspirar a los visitantes a reflexionar y cuestionar su vínculo con el medio ambiente", expresó.
"Estoy conmocionado por los medios con los que están tratando de dar peso a sus demandas".
¿Se justifica este hecho?
Las obras de Monet, en su mayoría, llaman a la reflexión sobre lo maravillosa que es la naturaleza. Si bien es comprensible la preocupación actual de los periodistas ambientales y activistas, este tipo de hechos solo crea una idea negativa sobre estos grupos. Aunque es muy cierto que la clase política nunca quiere escuchar malas noticias, tal vez ha llegado la hora de que comiencen a hablar con estos grupos para evitar este tipo de intervenciones.