Cuando tomamos la decisión de disminuir o sacar el consumo de azúcar de nuestra dieta, nuestro cuerpo experimenta una serie de transformaciones únicas. Los primeros días pueden estar marcados por señales de abstinencia como fatiga, ansiedad y antojos pero es algo normal del proceso.
Esto sucede porque el cuerpo se acostumbra a la presencia frecuente de azúcar, y su ausencia genera una especie de “síndrome de abstinencia”. Sin embargo, esta primera etapa es solo el comienzo de una serie de cambios de impactó positivo que se reflejan en tu salud física y mental a largo plazo.
Dejar el azúcar para cambios físicos y mentales
Cuando disminuyes el consumo de azúcar, tu cuerpo pasa por una fase de adaptación. En las primeras semanas, podrías tener síntomas físicos desagradables, como dolores de cabeza, mareos y fatiga. Estos son una clara señal de que tu organismo está adaptándose a funcionar con menos azúcar.
En el ámbito mental, es común sentirse más ansioso, debido a que el azúcar provoca una liberación rápida de dopamina, la hormona del placer, lo que genera un ciclo de dependencia. A medida que el organismo se desacostumbra a este producto, estos síntomas se reducen, y empiezas a notar cambios significativos en tu salud general.
De acuerdo con un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de los primeros cambios que experimenta nuestro organismo ya adaptado al bajo consumo de azúcar es una mejor gestión del apetito.
Una serie de cambios de impactó positivo que se reflejan en tu salud física y mental a largo plazo.
El consumo elevado de alimentos ricos en azúcares está vinculado con la alteración de las hormonas que controlan el hambre y la saciedad, como la leptina y la grelina. Al disminuir la ingesta de azúcar, estas hormonas empiezan a funcionar de forma más eficiente, lo que disminuye la sensación constante de hambre y los antojos por alimentos poco saludables.
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